Comentario
De la fundación de la ciudad de Frontera y quién fue el fundador, y de algunas costumbres de los indios de su comarca
Antes de llegar a esta provincia de Caxamalca sale un camino que también fue mandado hacer por los reyes ingas, por el cual se iba a las provincias de los chachapoyas. Y pues en la comarca dellas está poblada la ciudad de la Frontera, será necesario contar su fundación, de donde pasaré a tratar lo de Guanuco. Tengo entendido y sabido por muy cierto que antes que los españoles ganasen ni entrasen en este reino del Perú, los ingas, señores naturales que fueron dél, tuvieron grandes guerras y conquistas; y los indios chachapoyanos fueron por ellos conquistados, aunque primero, por defender su libertad y vivir con tranquilidad y sosiego, pelearon de tal manera que se dice poder tanto que le Inga huyó feamente. Mas como la potencia de los ingas fuese tanta y los chachapoyas tuviesen pocos favores, hubieron de quedar por siervos del que quería ser de todos monarca. Y así, después que tuvieron sobre sí el mando real del Inga fueron muchos al Cuzco por su mandado, adonde les dio tierras para labrar y lugares para casas no muy lejos de un collado que está pegado a la ciudad, llamado Carmenga. Y porque del todo no estaban pacíficas las provincias de la serranía confinantes a los chachapoyas, los ingas mandaron con ellos y con algunos orejones del Cuzco hacer frontera y guarnición, para tenerlo por seguro. Y por esta causa tenían gran proveimiento de armas de todas las que ellos usan, para estar apercibidos a lo que sucediese. Son estos indios naturales de Chachapoyas los más blancos y agraciados de todos cuantos yo he visto en las Indias que he andado, y sus mujeres fueron tan hermosas que por sólo su gentileza muchas dellas merecieron serlo de los ingas y ser llevadas a los templos del sol; y así, vemos hoy día que las indias que han quedado deste linaje son en extremo hermosas, porque son blancas y muchas muy dispuestas. Andan vestidas ellas y sus maridos con ropas de lana y por las cabezas usan ponerse sus llantos, que son señal que traen para ser conoscidas en toda parte. Después que fueron subjetados por los ingas, tomaron dellos leyes y costumbres, con que vivían, y adoraban al sol y a otros dioses, como los demás; y así, debían hablar con el demonio y enterrar sus difuntos, como ellos, y los imitaban en otras costumbres.
En los pueblos desta provincia de los chachapoyas entró el mariscal Alonso de Albarado siendo capitán del marqués don Francisco Pizarro. El cual después que hubo conquistado la provincia y puestos los indios naturales debajo del servicio de su majestad pobló y fundó la ciudad de la Frontera en un sitio llamado Levanto, lugar fuerte y que con los picos y azadones se allanó para hacer la población, aunque dende a pocos días se pasó a otra provincia que llaman los Guancas, comarca que se tiene por sana. Los indios chachapoyas y estos guancas sirven a los vecinos desta ciudad que sobre ellos tienen encomienda, y lo mismo hace la provincia de Cascayunga y otros pueblos que dejo de nombrar por ir poco en ello. En todas estas provincias hubo grandes aposentos y depósitos de los ingas. Y los pueblos son muy sanos, y en algunos dellos hay ricas minas de oro. Andan los naturales todos vestidos, y sus mujeres lo mismo. Antiguamente tuvieron templos y sacrificaban a los que tenían por dioses, y poseyeron gran número de ganado de ovejas. Hacían rica y preciada ropa para los ingas; y hoy día la hacen muy prima, y tapicería tan fina y vistosa que es de tener en mucho por su primor. En muchas partes de las provincias dichas, subjetas a esta ciudad, hay arboledas y cantidad de frutas semejantes a las que ya se han contado otras veces, y la tierra es fértil, y el trigo y cebada se da bien, y lo mismo hacen parras de uvas y higueras y otros árboles de fruta que de España han plantado. En las costumbres, cirimonias y entierros y sacrificios, puédese decir destos lo que se ha escripto de los más, porque también se enterraban en grandes sepulturas, acompañados de sus mujeres y riqueza. A la redonda de la ciudad tienen los españoles sus estancias, con sus granjerías y sementeras, donde cogen gran cantidad de trigo y se dan bien las legumbres de España. Por la parte de oriente desta ciudad pasa la cordillera de los Andes; al poniente está la mar del Sur. Y pasado el monte y espesura de los Andes está Moyobamba y otros ríos muy grandes, y algunas poblaciones de gentes de menos razón que estos de que voy tratando, según que diré en la conquista que hizo el capitán Alonso de Albarado en estos chachapoyas, y Juan Pérez de Guevara en las provincias que están metidas en los montes. Y tiénese por cierto que por esta parte la tierra adentro están poblados los descendientes del famoso capitán Ancoallo; el cual, por la crueldad que los capitanes generales del Inga usaron con él, desnaturándose de su patria, se fue con los chancas que le quisieron seguir, según trataré en la segunda parte. Y la fama cuenta grandes cosas de una laguna donde dicen que están los pueblos destos.
En el año del Señor de 1550 años llegaron a la ciudad de la Frontera (siendo en ella corregidor el noble caballero Gómez de Albarado) más de docientos indios, los cuales contaron que había algunos años que, saliendo de la tierra donde vivían número grande de gente dellos, atravesaron por muchas partes y provincias, y que tanta guerra les dieron, que faltaron todos, sin quedar más de los que dije. Los cuales afirman que a la parte de levante hay grandes tierras, pobladas de mucha gente, y algunas muy ricas de metales de oro y plata; y éstos, con los demás que murieron, salieron a buscar tierras para poblar, según oí. El capitán Gómez de Albarado y el capitán Juan Pérez de Guevara y otros han procurado haber la demanda y conquista de aquella tierra, y muchos soldados aguardaban al señor visorey para seguir al capitán que llevase poder de hacer el descubrimiento. Pobló y fundó la ciudad de la Frontera de los Chachapoyas el capitán Alonso de Albarado en nombre su majestad, siendo su gobernador del Perú el adelantado don Francisco Pizarro, año de nuestra reparación de 1536 años.